1972-2022: cincuenta años de intermitente disrupción.
El Sistema Universidad Abierta en la UNAM

 

El Sistema Universidad Abierta, a la distancia de medio siglo, bien puede verse como un proyecto anómalo dentro de la UNAM, y sin duda también dentro de las experiencias universitarias de la época, pues había sucedido la instalación de una universidad abierta, la Open University británica, en 1969, pero no el caso de una instancia de universidad abierta dentro de una institución de organización convencional de las dimensiones de la UNAM; la propuesta en ello ya contenía una singularidad dentro de las estrategias que en esos años se implementaban para renovar la estructura, la organización y el sentido de las universidades. Así, en Estados Unidos se hablaba de una “Universidad libre”, y de una “Contrauniversidad”; en Alemania se hablaba de una “Universidad crítica” y en Francia de una “Universidad experimental”.

 

La incursión del significante de apertura en la estructura de la UNAM, poseía un contenido de transformación que implicaba a los fundamentos de la práctica de la formación profesional, a tal nivel que no sólo aludía a la organización y jerarquía de los saberes y sus formas de registro, transmisión y evaluación, tanto como a los elementos del modelo de operación, sino que deslizaba una propuesta disruptiva aún mayor en la formulación del discurso del conocimiento.

 

Por lo que hace al primero, se propuso introducir en una estructura de funcionamiento usualmente obturada -especialmente visible a través de las sobrias regulaciones administrativas de selección, ingreso, trayectoria y egreso de estudiantes, bajo esquemas de comunicación delineadas en espacios y tiempos rígidos-, un sistema de estructura abierto que no sólo permitiera la inducción de un proceso de innovación en aquél sistema convencional, sino que eventualmente lo transformara hasta convertirlo en un conjunto de elementos sostenidos en una actuación de apertura, de donde, por ejemplo, se diversificaran los procesos de selección, ingreso, permanencia y egreso de los estudiantes, en espacios y tiempos diferenciados, atendiendo a poblaciones geográficamente dispersas y con una composición etaria, social y económica heterogénea (culturalmente se dejó al margen a las comunidades indígenas), con estrategias de combinación de métodos con altos niveles de calidad recuperados de un sistema convencional con lo mejor de las propuestas de los sistemas educativos abiertos, es decir, inscribir a la universidad en un proceso de tensión entre dos centros: uno de normalización y otro de disrupción, que posibilitara un escenario menos dialéctico que combinatorio, pues se preveía que incluso los elementos y procesos convencionales subsistieran ante el crecimiento y absorción por parte del sistema abierto: que se establecía como “un sistema alternativo y simultáneo al que existe actualmente, con la idea de que uno y otro se beneficiarán con sus recursos, productos y experiencias. De hecho, la UNAMse convertirá en una universidad abierta y se organizará para ese efecto. Al principio el nuevo sistema ocupará sin duda una pequeña parte de la tarea educativa de la UNAM; pero podrá crecer hasta hacer que la UNAM en su conjunto sea una Universidad Abierta”. Por lo que hace al segundo nivel de afectación del SUA en la UNAM, es quizás el menos evidente, y adquiere un grado de sofisticación al identificársele por su elusión: se trata de un movimiento de subversión de las jerarquías relacionadas con el discurso del saber, del logos, tanto de su posición como de su posesión; de su posición da cuenta el ánimo por entregar al estudiante, para su manipulación a través de instrumentos y materiales didácticos, lo que antes detentaba el profesor para su manejo desde solo la entrega usualmente oral, de manera de incorporar y atender un nuevo espacio en la comunicación para aquello que había restringido su presencia, en los métodos clásicos de enseñanza, a un decir tácito, no explícito, referido a dos vertientes que implican la posesión del saber: el ethos y el pathos universitarios, es decir, aquello que refiere al uso de ese saber y a la intensidad del mismo, de donde a través de un sistema abierto, de sus elementos y actores, se amplificaran los efectos de un ethos universitario, a través del cuál se expresa en armonía con una práxis una misión diseñada para beneficiar a la sociedad mexicana y a sus sectores menos favorecidos, no sólo ya como una característica, sino como un sello, o mejor aún, como una huella que identificara a los universitarios como apasionados por un saber que transforma a la sociedad para la superación de sus atavismos, o de la reproducción de un estado de cosas opresivo.

 

Esta incisión en el lenguaje fue una de las más notables aportaciones del proyecto del Sistema Universidad Abierta en la UNAM, tanto que su presencia se agudiza en momentos de crisis, pues en su naturaleza es un proyecto que aviva la crítica.

 

Mtro. Héctor S. Barrón Soto